Coaching emocional Castellón

El miedo: un ancla que nos impide navegar

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Las imágenes publicadas en este post están extraídas de internet, cuyos autores son: Leonie Zettl, Seth, Jon Tyson, Roan Lavery, Archie.

El miedo: un ancla que nos impide navegar

Hola a todos, y bienvenidos de nuevo a este espacio.

Hace tiempo que no escribo por aquí. A veces, la vida misma nos absorbe y nos deja sin aliento. Precisamente, quiero hablar de algo que a menudo nos quita el aliento y nos deja paralizados: el miedo.

El momento en que el miedo nos detuvo

¿Recuerdas esa vez en la que tenías una idea brillante, un proyecto que te emocionaba o un cambio que anhelabas, pero de repente una voz en tu cabeza te dijo: “No lo hagas”? Esa voz, a menudo, es el miedo.

Quizás querías emprender un negocio, pero el miedo al fracaso te hizo quedarte en tu trabajo seguro. Tal vez deseabas viajar sola, pero el miedo a lo desconocido te mantuvo en casa. O soñabas con hablar en público, pero el miedo al qué dirán te silenció.

Todos hemos estado ahí. El miedo no solo es una emoción; es un ancla que nos frena justo cuando estamos a punto de zarpar hacia nuestros sueños. Es esa sensación en el estómago que te dice que corras, pero en lugar de huir de un peligro real, huyes de una oportunidad.

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A menudo pensamos en el miedo como un enemigo, pero en realidad es una respuesta natural de nuestro cuerpo y mente. Su función original era protegernos de peligros reales, como un depredador. Pero en el mundo moderno, esa misma alarma se activa por cosas que no son una amenaza para nuestra supervivencia: el miedo al rechazo, a la crítica, al cambio.

Las dos caras del miedo

El miedo tiene dos caras. Una es la del protector. Es el miedo que te dice que no corras con el semáforo en rojo o que te alejes de un borde peligroso. Este miedo es bueno y necesario.

Pero la otra cara del miedo es la del saboteador. Es el que nos paraliza. Este miedo nos susurra que no somos lo suficientemente buenos, que fracasaremos o que los demás nos juzgarán. Es una voz que, aunque se siente real, a menudo se basa en suposiciones, no en la realidad.

La parálisis por miedo es como estar en una habitación con una puerta abierta. Quieres salir, sabes que hay un mundo de posibilidades al otro lado, pero tus pies no se mueven. Te quedas inmóvil, mirando la puerta, mientras el tiempo pasa. Y lo que es peor, la energía que gastas en quedarte quieto y evitar lo que temes es la misma que podrías usar para dar el primer paso.

¿Qué nos mantiene inmóviles?

La parálisis es un mecanismo complejo. No es solo falta de valentía. A menudo se esconde detrás de la procrastinación, de la perfección y del autosabotaje.

  • La Procrastinación: «Lo haré mañana». Mañana se convierte en la próxima semana, y luego en el próximo año. El miedo a empezar es tan grande que elegimos no hacerlo.
  • El Perfeccionismo: «No puedo hacerlo a menos que sea perfecto». El miedo a cometer errores nos lleva a no hacer nada en absoluto, porque nada es perfecto desde el principio.
  • El Autosabotaje: «Esto nunca funcionará, ¿para qué intentarlo?». Nos convencemos de que vamos a fracasar antes de siquiera empezar, para no tener que enfrentarnos al posible dolor del fracaso.
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¿Cómo empezar a navegar de nuevo?

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Romper la parálisis del miedo no se trata de dejar de sentirlo, sino de aprender a actuar a pesar de él. No tienes que eliminar el miedo; tienes que hacerte amigo de él y entenderlo.

Aquí te doy algunas ideas para empezar:

  • Reconoce y Nombra el Miedo: El primer paso es ser consciente de que el miedo está ahí. En lugar de ignorarlo, di en voz alta: «Tengo miedo de…». Cuando lo nombras, le quitas poder.
  • Date Pequeños Pasos: No tienes que dar un salto gigante. Si tienes miedo a hablar en público, empieza por hablar en un grupo pequeño de amigos. Si tienes miedo a emprender, empieza por hacer una lista de ideas o crear un pequeño plan. El movimiento, por pequeño que sea, rompe la parálisis.
  • Pregúntate: «¿Qué es lo peor que podría pasar?» En la mayoría de los casos, la respuesta es mucho menos catastrófica de lo que imaginamos. Y pregúntate también: «¿Qué es lo mejor que podría pasar si lo intento?».
  • Usa tu Respiración: El miedo a menudo se siente en el cuerpo. Una respiración profunda y consciente puede calmar tu sistema nervioso. Tómate un momento para inhalar por la nariz, contar hasta cuatro, sostener el aire y exhalar lentamente por la boca. Repite esto varias veces. Es una herramienta poderosa para traer calma en medio de la tormenta.
  • Cultiva la Auto-compasión: No te castigues por sentir miedo. Sé amable contigo misma. Recuerda que no eres el único; el miedo es parte de la condición humana.

 

El miedo es una parte de ti, pero no eres tu miedo. Eres la persona que, a pesar de sentir miedo, decide respirar profundo y dar un paso, aunque sea pequeño.

El otoño: Tiempo de cerrar ciclos y abrir puertas

El otoño nos invita a una introspección. Las hojas que caen nos recuerdan que los ciclos se cierran para dar paso a lo nuevo. De la misma manera, este es un momento ideal para dejar ir aquello que nos pesa, como el miedo que nos ancla. Es la estación perfecta para hacer espacio para nuevas rutinas, metas y un crecimiento personal que nos permita avanzar.

Si sientes que el miedo te ha anclado y te ha impedido avanzar hacia lo que quieres, quiero que sepas que no tienes que enfrentar esto sola.

Entender y gestionar el miedo es un camino que podemos recorrer juntos. A través de la terapia y las prácticas de mindfulness, podemos explorar las raíces de este miedo y desarrollar herramientas para que no vuelva a ser un ancla que te detenga.

Si has leído esto y sientes que es el momento de tomar las riendas de tu vida y enfrentar aquello que te paraliza, te invito a que me contactes.

Estoy aquí para acompañarte en este proceso. Puedes encontrar más información sobre cómo podemos trabajar juntos en mi página de contacto.

Recuerda: el miedo te susurra «no lo hagas», pero tu corazón te dice «inténtalo».

¿A cuál de los dos vas a escuchar hoy?

Un abrazo, 

María Anguita

Coach en inteligencia emocial

Especialista en duelo

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